INVERSIONES
Una tierra rica y con gran potencial
Virgilio Martínez, propietario de Central y embajador de la Mar
Recursos hídricos que han permitido un notable crecimiento de la demanda de energía (también de la procedente de fuentes renovables como la solar, la eólica o la derivada de la biomasa); grandes reservas de petróleo y de gas natural que han desarrollado de forma muy notable la actividad petroquímica y abundancia de metales como cobre, plata, oro, estaño, zinc y plomo –que hacen que Perú se encuentre entre los primeros productores del mundo de estos minerales–, son fuentes de riqueza y desarrollo por los que el país apuesta hace ya años y que se cuentan entre los sectores de la economía con grandes posibilidades para la inversión.Cargados de energía positivaLa demanda de energía se incrementa en un 8% cada año, y existen unos 60.000 megavatios de potencial hídrico técnicamente aprovechables que están sin explotar. Lo mismo ocurre con su enorme potencial eólico, principalmente en sus zonas costeras, y aunque las inversiones en el sector eléctrico se acercaron a los 2.000 millones de dólares en 2011, existen todavía grandes oportunidades de inversión en proyectos de generación, tanto en la ampliación de potencias como en la construcción de nuevas centrales, así como en proyectos de distribución para la mejora y ampliación de la cobertura eléctrica en zonas rurales. La producción de energía se ha incrementado en un 40,38% en los últimos cinco años, pero aún no es suficiente. Este incremento de la demanda requiere la realización de proyectos de transmisión que se orienten al reforzamiento del sistema eléctrico nacional con redes eléctricas de alta tensión.Grandes reservas de petróleo y gasLas reservas de petróleo y gas con que cuenta Perú, sobre todo en el zócalo continental y en la selva (a principios de 2012 estaban registrados 82 contratos de explotación vigentes en una zona de 36,38 millones de hectáreas), han proporcionado un gran desarrollo a la actividad petroquímica, pues son muchos los productos básicos en diferentes cadenas de producción que pueden obtenerse tanto del metano como del etano. Aunque la producción de gas natural ha crecido mucho durante los últimos años (en 2011 hasta un total de 401.000 millones de pies cúbicos) y la demanda de electricidad y el consumo de gas natural también se ha incrementado notablemente, Perú dispone todavía de más de 40 trillones de pies cúbicos (TPC) de gas en las cuencas de su territorio.Si estas reservas de gas natural son fundamentales de cara a la inversión en el sector, no menos importante es el desarrollo de tres grandes polos petroquímicos que está promoviendo el Estado peruano en Marcona, Ilo y Pisco, y que convierten al país en el único de la costa del Pacífico Sudamericano con una fuente de etano disponible y con capacidad para abastecer proyectos competitivos a escala internacional. Las actividades de instalación, operación y mantenimiento de plantas en estos polos se benefician, además, de un marco legal que incluye incentivos y beneficios tributarios.Riquezas bajo la tierraGracias a su alto nivel de reservas, a un marco jurídico que promueve la iniciativa privada, a la disponibilidad de la información catastral y geológica y a la presencia de empresas líderes en la minería mundial, hay un tercer sector de la economía peruana con inmensos recursos y grandes posibilidades para la inversión: la minería. Más de un 11% del territorio del Perú forma parte de concesiones mineras, pero solo un 1,09% del mismo está siendo aprovechado para la exploración y explotación, una actividad que, en los últimos diez años ha incrementado su volumen de exportaciones nueve veces, hasta alcanzar los 27.361 millones de dólares en 2011.Si bien en 2011 las inversiones en el sector alcanzaron un nivel récord de 7.202 millones de dólares, que se destinaron principalmente a proyectos cupríferos, ferrosos y auríferos, vale la pena señalar que en la actualidad existen en Perú 47 proyectos mineros que representan inversiones por cerca de 54.000 millones. De ellos, el 49,14% corresponde a exploraciones; un 33,50 a proyectos con estudios de impacto ambiental ya aprobados, y un 17,36% a proyectos de ampliaciones.