Son alimentos con alto valor biológico y proteico, dado que aportan proteínas similares a la carne, no contienen carbohidratos (almidones y azúcares), son ricos en vitamina A, vitamina C y vitaminas del complejo B; brindan calcio, fósforo, potasio y minerales como el hierro, potasio, magnesio y zinc, componentes que ayudan a prevenir la anemia y contribuir con el crecimiento y desarrollo de los niños. Es un alimento rico en lisina, un aminoácido imprescindible para el crecimiento de los niños. Además, posee omega 3 y 6, grasas esenciales que nuestro organismo no produce y que sirven para desarrollar el cerebro favoreciendo la interconexión nerviosa, mejorar la visión, mantener la piel en condiciones saludables, prevenir enfermedades como el alzhéimer y la depresión, y enfermedades cardiacas asociadas a la elevación de colesterol, pues limpia las arterias del cuerpo, al disolver y eliminar el colesterol y triglicéridos.